lunes, febrero 20, 2006

Mi cabeza no ha vuelto a ser la misma desde que me cayó encima el filtro del agua. Ni siquiera fue la gran cortada con chorros de sangre, solo un rasguño; pero el hecho de que haya sido muy pequeño no quiere decir que no me haya dolido! Mi cabeza anda en un estado de aletargamiento muy fastidioso desde entonces: daño de mollera. Estoy sobreviviendo al lunes habiéndome perdido la espactacular final de danza sobre hielo, en las olimpiadas de Turín. Desde niña disfruto mucho a esas personas con cuerpos casi perfectos dando brincos y vueltas en el hielo, y esta competencia en particular ha estado buenísima, con geniales rutinas e increibles caidas... Anoche arrebaté a mi hermano el televisor por tal causa. ¡Pobrecillo! Pero no entiendo porque le gustan tanto esas caricaturas japonesas que son como las telenovelas, solo que en dibujos y con más sangre (las tramas son las mismas). De todas maneras, su comedia estaba por terminar y no debí ser tan ruda. ¡Lo siento!
Ibamos a ir Abraham y yo por un helado, porque con este calorcito se antoja y además para romper un poco con eso de que es lunes, pero seguimos aquí en la oficina, casi a las diez de la noche y siento que aún va para largo.
Mis preocupaciones del día de hoy: 1) Voy un poco atrasada con mi proyecto de crear una carpeta de ilustración que bien valga la pena. 2) Los espantosos kilos de más que se evidencian en esa lonja derramada de mi pantalón (¡Ésta vida sedentaria!) 3) Lo de las olimpiadas.
Mis progresos del día de hoy: Concluí una ilustración digital con una técnica mixta y confirmé que realmente no he perdido el encanto de la acuarela.
Tengo que establecer metas, crear estrategias y andar el camino.

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