lunes, julio 04, 2011

Digamos... Respeto

El "no hagas lo que no te gustaría que te hicieran a ti" resulta en ocasiones difícil de llevar a la práctica. A veces se nos complica poner límites en la satisfacción de nuestros propios deseos e invadimos el espacio donde se encuentra ya la vida del otro. Podemos llegar a ser muy egoístas y no tener la mínima consideración o conciencia del daño que podemos estar ocasionando a otro ser. No nos suele importar mucho, pues lo que cuenta es que nosotros la pasemos bien, obtener algo que nos haga sentir que valemos, incluso aunque por derecho no nos corresponda. Dañamos sin imaginarnos el dolor que podemos ocasionar y nos vale porque esa persona no nos representa nada: no es nada mío, ni la conozco, es más existe un gozo secreto al pasar por encima de. Ejemplos hay muchos, cada uno de nosotros tiene su personal experiencia al respecto. Pero nadie tiene una manera eficaz para hacer desaparecer la experiencia y el dolor que se pudo haber ocasionado. Personalmente reconozco que en otro tiempo yo fui a quien le tocó interpretar el papel de mierda en una historia de éstas como existen infinidad. A la mayoría nos ocurre que hacemos conciencia hasta que nos toca interpretar el rol del afectado.
Por eso hoy trabajé con el caso y lo único que estuvo en mis manos son mis propias decisiones, mi elección personal por el Respeto. Soy respetuosa empezando conmigo misma. Trabajo mi autorrespeto y elijo tratar así a los demás. Conocidos y desconocidos. Al respetar, genero exactamente lo mismo en concordancia con mis actos, " recibes lo que das". A ser felices, sin intervenir la felicidad del otro, es más a ser promotores de la felicidad disfrutando al máximo encontrarnos en ese estado sin ningún motivo mas que vivir.