Esta bonita imagen abstracta es un fragmento de la mesita de la sala en nuestra oficina. Resulta que por motivos que expondré en el próximo post, estamos haciendo remodelación a la ofi-depa para convertirlo en hogar! Primero la cocina. Poner piso y en la pared una cenefa; instalar filtro de agua y parrilla y bendito el señor que ya de antes estaba el mueble! Resulta que yo, ignorante en muchos aspectos de cuanto implica hacer un trabajito de estos y agarrar y de buenas a primeras ser en mitad responsable de todo el asunto, no me imaginaba que iba a haber taaanto polvo. "¡Claro que habrá polvo, y no me asusta!" me atreví a declarar. Así que cubrí ciertas cosas que podrían dañarse con el polvo, verdad? pero quién hubiera estado presente cuando llegué el lunes antepasado de un edificante pero agitado fin de semana de labores hogareñas y zoc! Polvo por todos lados! Pero no de ese polvito delicado, no!, bueno de ese también, pero además pequeñas piedrecitas por todos lados, sobre, bajo, dentro de y entre todo! y diminutas partículas que a casi dos semanas y a pesar de haber limpiado varios días, siguen aquí! El shock me duró algunos minutos. ¡Ay ingenua! El consuelo de siempre: para la otra ya sé. Aunque según augura nuestro trabajador, se vienen mucho peores!
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